La palabra memoria viene del latín memor (el que recuerda) sumado al del sufijo ia (sustantivo abstracto). La memoria o, mejor dicho, las memorias, siempre plurales, dependen del que recuerda, es decir, de quien la ejerce tanto intelectual como físicamente. Porque las memorias pasan por el intelecto pero también por los cuerpos. Se construyen y reconstruyen con objetos e hitos. Con monumentos, literales, como estatuas o placas. Pero también con documentos, como nos enseña Michel Foucault, que son monumentos de una época. El documento en cuestión, que ilumina y activa recuerdos y olvidos, puede ser desde el más solemne y canónico hasta el más simple y cotidiano.
Para ejercitar la memoria, es necesario hacer otros ejercicios previos que varían en sus formas y dimensiones con cada generación que tiene sus propios “repertorios de acción colectiva”: construyendo sus propios repertorios o mecanismos de activación y construcción de memorias. Existe una gran variedad de recursos para iluminar nuestros recuerdos y animarnos a transitarlos, orillados en estos recursos. Exposiciones artísticas, eventos deportivos, literatura, bibliografía, cédulas judiciales, libros contables, películas, series o simples objetos cotidianos pueden servir de disparadores para la construcción y reconstrucción de la memoria. Años atrás, en la Biblioteca Nacional, hubo una instalación artística armada en base a perchas. Un objeto tan simple y cotidiano, en apariencia fútil. Eran perchas vacías. Habían pertenecido a víctimas de la última dictadura militar. De esas perchas podían “colgarse“ recuerdos que emanaban de las memorias, de los recuerdos y olvidos, de quienes por allí transitaban.
Sabemos que, en el ejercicio de la memoria, cuando se recuerda un suceso, en el propio acto de la rememoración se vuelve a transformar al volver a relatarlo. Ese, es el poder inconmensurable de la transmisión oral. Con sus versiones y sus matices. Se transforma lo que se narra en propio el acto de habla. Se revisita y vuelve a pensarse y sentirse. Porque la memoria pasa por el intelecto, atraviesa cuerpos y talla subjetividades. Por lo cual, desde nuestra casa de altos estudios, hacemos una apelación a la comunidad universitaria a reflexionar individual y grupalmente en esta sensible fecha conmemorativa sobre las formas de construcción y reconstrucción de las memorias. Es posible apelar a los recuerdos de nuestras infancias y adolescencia, a nuestros amigos y vecinos, pero por, sobre todo, promover el diálogo intergeneracional. Este ejercicio requiere paciencia y no poco esfuerzo, pero propicia el encuentro e intercambios de saberes. Y permite ampliar nuestra mirada y escucha hacia los más jóvenes y los mayores, promoviendo el diálogo para no quedarnos eclipsados en los modos de recuerdo y olvido de alguna generación en particular. Este desafío puede ampliar el repertorio que nutre nuestras memorias y trascender fronteras en tiempo y espacio.
“La vida sólo debe ser comprendida hacia atrás. Pero debe ser vivida hacia adelante.” *
Dra. María José Nacci
Decana de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas
Universidad Argentina John F. Kennedy
*Søren Kierkegaard