22 de noviembre | Palabras del Dr. Pedro R. David

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30 noviembre, 2020

Con motivo de la conmemoración de un nuevo aniversario del asesinato de John F. Kennedy el pasado 22 de noviembre –fecha en la que en nuestra Universidad celebra su día– compartimos las palabras de su cofundador, el Dr. Pedro R. David, en las cuales relata la historia que llevó a que nuestra institución obtuviera el nombre de Universidad Argentina John F. Kennedy.

 

“Fue una inesperada declaración para todo el escenario global. El Presidente Kennedy pronunció un encendido discurso de posesión que apelaba a la Unión Soviética con la esperanza de trabar relaciones de amistad y la voluntad de su generación de defender la libertad en ese momento de máximo peligro”[1].

“El nuevo gobierno de Kennedy estaba compuesto por los mejores y más brillantes, entre ellos figuraba Mr. George Bundy, Decano de Artes y Ciencias de la Universidad de Harvard y consejero de Seguridad Nacional; y Robert Mc Namara, Secretario de Defensa, célebre por su inteligencia y capacidad de gestión”[2].

Con el Dr. Miguel Herrera Figueroa, fundador de la Universidad, consideramos que el nombre y símbolo de John F. Kennedy para las democracias del mundo entero lo hacían acreedor de elevar su nombre a la naciente universidad.

Más aún, yo había entrevistado al Dr. Segundo Linares Quintana, Decano de la Facultad de Derecho del Museo Social Argentino, y al antiguo Embajador de nuestro país en Londres, el ilustre maestro Miguel Ángel Cárcamo, para ofrecerles la Presidencia del Consejo Asesor de la nueva institución. John Kennedy y su padre, el Embajador Joseph Kennedy, eran muy amigos del Dr. Miguel Ángel Cárcamo y su familia, tanto que años antes el Presidente Kennedy junto a su esposa solían visitar a los Cárcamo en su finca de Ascochinga, Córdoba[3].

Así fue como el nombre del Presidente J. F. Kennedy se eternizó también en nuestra reciente institución.

 Más tarde, el Embajador Miguel Ángel Cárcamo derivó en Ministro de Relaciones Exteriores del Presidente Arturo Frondizi, pero –encargado por el Presidente Kennedy y ratificado por Frondizi– fue personalmente a Montevideo a la reunión de cancilleres en la cual se recibió al Che Guevara, y con eso los mandos militares depusieron al Presidente Frondizi y al Ministro Cárcamo. Esa reunión de Cancilleres del Hemisferio tenía como objeto fortalecer las estructuras democráticas, pero no se entendió así en nuestros mandos castrenses.

Recordemos que antes de la reunión de Punta del Este –en sus memorias escritas en 1990– al Secretario de Estado de J. F. Kennedy, Dean Rusk, describió cómo Kennedy había comprendido el significado de una guerra nuclear y estaba consternado.

“En las muchas conversaciones que mantuvimos, nunca me trasladó preocupación alguna porque le asesinaran, pero de vez en cuando le daba vuelta el hecho de que su destino pudiera ser apretar el botón de la guerra nuclear”[4].

El Muro de Berlín redujo la tensión, el riesgo de guerra inmediato, y permitió a Kruschev retirar su provocativo traslado con Alemania Oriental. Kennedy confesó a sus asesores: “No es una solución perfecta, pero es mucho mejor que una guerra”. El escalofriante fantasma de la guerra nuclear perdió sobre Estados Unidos los dos primeros años de la Presidencia de Kennedy.

Kennedy, en su discurso del 10 de junio de 1963 frente a los alumnos y profesores de la American University –en lo que probablemente fue el discurso más lúcido de los presidentes norteamericanos del siglo XX– afirmó:

“He elegido este momento y este lugar para hablar de un asunto sobre el que abunda la ignorancia y la verdad, rara vez se comprende, y es sin embargo el asunto más importante que puede existir: la paz mundial.

¿A qué tipo de paz me refiero? ¿A qué tipo de paz aspiramos? No a una paz impuesta en todo el mundo por medio de las armas americanas. Estoy hablando de una paz genuina, de esa paz que hace que la vida merezca la pena, de esa paz que permite a ciudadanos y naciones crecer con la esperanza de que sus hijos van a tener una vida mejor, de una paz no solo para los americanos, de una paz para todos los hombres y mujeres, de una paz no solo para nuestro tiempo sino para todos los tiempos. Hablo de paz por el nuevo rostro que ha adquirido la guerra.

La guerra total no tiene sentido en una época en que las grandes potencias pueden contar con un número ilimitado de armas nucleares prácticamente invulnerables y prefieren refugiarse en ellas, antes que reunirse.

Con confianza y sin miedo trabajamos no en pos de una estrategia de aniquilación, sino de paz”.

 

En el discurso de la American University Kennedy reveló sus intenciones con toda claridad. “De haber vivido, el mundo habría sido distinto. Estoy convencido de ello”, dijo Mc Namara, Secretario de Defensa.

A Kruschev le pareció el mejor discurso desde Roosevelt y respaldó la firma de un Tratado de prohibición nuclear que se firmó el 25 de julio entre representantes británicos, norteamericanos y soviéticos: el primer acuerdo de control de armas nucleares de la historia.

Sobre la situación cubana antes de Fidel Castro, le dijo al periodista francés Jean Daniel: “No creo que haya país en el mundo, incluidas todas las regiones africanas y todos los países con dominio colonial, en los cuales la colonización económica, la humillación y la explotación hayan sido peores que en Cuba, cuyos males se debían a la política de mi país durante el régimen de Batista. Apruebo la declaración de Fidel Castro en Sierra Maestra”[5].

El 22 de noviembre de 1963 las balas de uno o más asesinos segaron su vida en Dallas.

Aquí, en la Universidad que lleva su nombre, sus ideales de paz y cooperación global real serán nuestra guía por siempre.

 

Dr. Pedro R. David
Cofundador
Universidad Argentina J. F. Kennedy

 

 

[1] Stone, Oliver; Kisniek; Peter (2015). Historia no oficial de los Estados Unidos. Editorial El Ateneo. Pág. 441.

[2] Ob. Cit. Pág. 440

[3] Ascochinga, la tierra elegida por los Kennedy, en https://www.lanacion.com.ar/politica/ascochinga-la-tierra-elegida-por-los-kennedy-nid1883066/

[4] Ob. Cit. Pág. 448

[5] Ob. Cit. Pág. 481