Los estudiantes de abogacía fueron recibidos por la Dra. Mónica Adriana Traballini, jueza de la Cámara Criminal y Correccional de 2.ª Nominación de la provincia de Córdoba, quien contextualizó la causa: un juicio por tentativa de homicidio en el que uno de los imputados llegó a debate oral, mientras que los otros dos coimputados fueron condenados mediante juicio abreviado.
Los hechos ocurrieron una noche de sábado, cuando un joven salía de un recital en la ciudad de Tanti, en el departamento Punilla. Al rozar con su camioneta otro vehículo, fue perseguido por el conductor de ese rodado, quien logró interceptarlo. Desde el exterior, el agresor introdujo una mano por la ventanilla e intentó abrir la puerta con la otra. La víctima logró cerrarla e intentó inmovilizarle el brazo. En ese momento, escuchó una detonación: había recibido un disparo en el rostro.
A pesar de la herida, logró conducir quince kilómetros con una mano en el rostro y la otra al volante, hasta llegar al Hospital donde los médicos decidieron postergar la extracción del proyectil alojado bajo uno de sus ojos. A casi dos años del hecho, la bala continúa en su cabeza.
Durante la audiencia, los estudiantes escucharon primero el testimonio de la víctima, luego el del imputado -acusado de tentativa de homicidio agravado- y, finalmente, los de los tres testigos claves. La experiencia permitió a los estudiantes presenciar en tiempo real el desarrollo de un juicio oral: la dinámica de los interrogatorios, la estrategia de las partes, la conducción del tribunal y las tensiones que surgen cuando se contraponen versiones de los hechos.
Uno de los momentos más significativos fue la declaración del acusado, quien, sin negar lo sucedido, aseguró que no tuvo intención de matar. Esa afirmación, lejos de apaciguar el clima de la sala, expuso la tensión latente y dejó en evidencia la trascendencia que puede tener cada testimonio en la construcción del juicio de responsabilidad.
El caso había tenido amplia repercusión mediática por la gravedad del ataque y por la forma en que la víctima logró sobrevivir. Medios como La Nación, Perfil, Cadena 3, El Doce y Vía País cubrieron los hechos, destacando tanto su dramatismo como el proceso de recuperación física y emocional del joven. Esa dimensión humana fue palpable en la audiencia y dejó una fuerte impresión en los estudiantes, quienes luego mantuvieron una enriquecedora conversación con el fiscal de la causa, Dr. Gustavo Dalma, quien compartió detalles del proceso y de las decisiones que se fueron adoptando.
La práctica judicial no solo permitió consolidar aprendizajes vinculados a los principios del debido proceso, la oralidad y la valoración de la prueba penal, sino que también dejó una enseñanza ética esencial: detrás de cada expediente hay vidas concretas, con historias marcadas por el dolor, la incertidumbre y la búsqueda de justicia.
Más que una visita académica, fue una experiencia de formación en el sentido pleno: un encuentro con las luces y sombras del sistema penal, con sus procedimientos, sus silencios y su carga humana. Comprender esta complejidad es indispensable para formar profesionales del derecho comprometidos con una práctica jurídica técnicamente sólida, empáticamente situada y éticamente responsable.
Dra. Paula Costanza Sardegna
Decana de la Facultad de Ciencias Jurídicas
Universidad Argentina John F. Kennedy